martes, 5 de enero de 2021

 

La mañana pintaba hermosos colores brillantes, bajo un sol vivo y radiante, eran tan solo las nueve de la mañana, y a pesar de eso muchas actividades del trabajo de campo llevaban más de 5 horas de haber iniciado. Aunque el sol alumbraba cada rincón que le era accesible, la mañana también era fría, típico del occidente del país. 

Entre el ir y venir de mucha gente, sin llamar la atención con paso lento y un tanto peculiar, un pequeño hombre, como calculando cada uno de sus pasos se acercó a la sombra del edificio municipal, colocó una pequeña y desgastada caja de madera, era una caja de lustre. Era evidente que ese era su oficio, lustrar zapatos. Inmediatamente también tomó de su espalda y colocó sobre su caja de madera, una mochila igualmente desgastada y descolorida. Abrió despreocupadamente la mochila y buscó con paciencia entre las cosas que allí guardaba, hasta que finalmente extrajo una afeitadora con mango de plástico. Seguidamente descargó de sus orejas la mascarilla que cubría su boca. Con la ayuda de un pequeño espejo en su mano izquierda, comenzó con cuidado a afeitar algunos pocos bellos esparcidos en parte de su rostro.

Observó detenidamente a través del pequeño espejo si había algún otro escurridizo bello que eliminar, al notar que la obra había terminado, dibujó una pequeña sonrisa, sacudió la afeitadora con su "caja de lustre" y finalmente devolvió ambos accesorios a su mochila. Soltó un leve suspiro, colocó de nuevo la mascarilla en su lugar, tomó su mochila y su caja y se dispuso a tomar de nuevo su camino...

Simple higiene, comodidad, alguna cita en el camino o simplemente una correcta actitud ante la vida que le tocó vivir, no lo sé, y probablemente haga mucho drama de un acto tan insignificante, pero me parece que hasta en los actos más simples podemos aprender grandes lecciones. 


Sitán.

Si hoy me tocara partir... Caminaría más despacio no para llegar más lento a mi destino sino para disfrutar los matices del camino Si hoy me...